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En 2011, el profesor Jonathan Haidt, de la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York, pidió a unos 1.000 psicólogos que levantaran la mano si se identificaban como políticamente conservadores. Exactamente tres personas lo hicieron.
En un estudio publicado esta semana en la revista Behavioral and Brain Sciences, Haidt y sus coautores sostienen que esta falta de diversidad política -específicamente, la casi ausencia de puntos de vista conservadores- está perjudicando a la psicología social, permitiendo que un lenguaje sesgado se introduzca en los experimentos y promoviendo hallazgos que promueven narrativas liberales mientras se ignoran las que están en desacuerdo con ellas.
El efecto fue más pronunciado en las investigaciones sobre los temas que más preocupan a la política de izquierdas, como la raza, el género, el poder, la desigualdad y el ecologismo. (Ninguno de los autores se identifica como conservador o republicano).
Un campo cuyos profesionales se agrupan en un extremo del espectro político es más susceptible a la trampa del sesgo de confirmación -que significa buscar datos que apoyen las creencias existentes y descartar los datos que no lo hacen- y menos susceptible al debate intelectual que conduce a una investigación más profunda y sólida, escribieron los autores del estudio.
En respuesta, sugieren que los académicos aborden la discriminación antiliberal de la misma manera que abordan el sesgo contra otros grupos demográficos: ampliando las declaraciones de diversidad para incluir la orientación política, estando atentos al doble rasero, buscando colaboraciones de investigación interpartidistas.
El 65% de los científicos se identificaron como liberales o muy liberales en una encuesta del Pew Research Center de 2009. Sólo el 9% se declaraba conservador, en comparación con el 25% y el 37%, respectivamente, de la población estadounidense en general. Entre los psicólogos estadounidenses, la proporción de liberales políticos frente a los conservadores es de 10,5 a 1.
Esta cifra ha aumentado en las últimas cuatro décadas. Los estudiantes de posgrado son incluso más propensos a identificarse como liberales que los profesores actuales, lo que sugiere que la marcha hacia la izquierda continuará. (En un comentario adjunto al artículo, el profesor de psicología Lee Ross, de la Universidad de Stanford, sugirió que el aumento de la autoidentificación de los académicos como demócratas era el resultado del movimiento del Partido Republicano hacia la derecha, especialmente en cuestiones sociales).
La autoselección desempeña un papel en la preponderancia de las actitudes liberales en la torre de marfil, según los autores. Pero, de forma preocupante, el clima hostil también influye a veces.
En 2012, dos investigadores de la Universidad de Tilburg hicieron un seguimiento de los sujetos de la encuesta política informal de Haidt. Descubrieron que, mientras que muchos de los encuestados conservadores experimentaban personalmente hostilidad en el trabajo como resultado de su política, los liberales afirmaban desconocer alegremente que se produjera tal discriminación. Sin embargo, casi el 40% de los encuestados liberales dijeron que estarían dispuestos a discriminar a un solicitante de empleo conservador.
Y nada de esto es en absoluto académico.
La investigación en psicología social puede tener importantes implicaciones para la política y la sociedad. El martes, el presidente de EE.UU., Barack Obama, emitió una orden ejecutiva que obliga a las agencias gubernamentales a incorporar los hallazgos de las ciencias del comportamiento en sus programas.
